martes, 31 de enero de 2012

TRAS DEL ENEMIGO DE LOS HUMANOS


Los repetidos, y perfectamente detallados ensayos para explicar la marcha de la humanidad, solo miran lo que pueden ver. No profundizan en el meollo de la situación, pues su mirada es miope para distinguir la profundidad de la rebelión, y la marcha cada vez más veloz hacia la nueva hecatombe.

Internet se llena de profecías de la más distinta extracción. Los mayas, los profetas de cada tendencia “cristiana”… y bueno, la multitud de sucesos que se producirán (desde luego con bases “científicas”, etc., faltaría más) Los sombríos presagios cristianos que más se acercan a la realidad profunda, no son tenidos en cuenta; a lo sumo se le da una importancia anecdótica y secundaria.

Las gentes cierran los ojos para no ver la verdad, y creen que saben todo sobre todo. No hay ceguera más aguda. Si fueseis ciegos, no tendríais pecado; mas por cuanto decís: vemos, vuestro pecado permanece. (Juan 9:41). Eso decía Jesús, a los que se jactaban de conocimiento y rectitud y se puede aplicar a los “sabios” de ahora; a los agoreros, adivinos, espiritualistas y profetas de la nada.

Anden los palabreros y los más estrafalarios personajes, diciendo y haciendo los despropósitos más indignos y repugnantes, y lo considerarán cultura y formación de las masas en el conocimiento “libre” de las cosas. Háblales de la verdad, y te miran de reojo y se ríen, porque te consideran un tarado fanático. Ellos (claro está) no lo son, aunque ninguna de sus profecías se cumpla. Sarcasmo y más se merecen.

Personajes de las más extrañas extracciones y cataduras, parásitos indignos, burdos, son escuchados con avidez por las masas corrompidas, y lo que dicen se bebe como ambrosía. Es “el signo de los tiempos”, la corrupción generalizada. Pero ni así aprenden.

Es verdaderamente insólito contemplar hoy día, en la plenitud de la civilización, la muchedumbre de magos, adivinos, y el innumerable cortejo de embaucadores, que se acusan unos a otros de falsedad en foros públicos de grandes audiencias, y a los que sin embargo, no les falta abundante clientela entre pobres y ricos, avispados y torpes.

No es asunto trivial y de poco interés como actualmente se considera por la mayor parte de los creyentes. Los cristianos debemos hacer bueno para nosotros, el mandato de Dios a Jeremías. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo como muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti pero no te vencerán: porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice el Señor. (Jeremías 15)                

Lot era un buen hombre y justo según la Escritura, y hasta se abrumaba por  la nefanda conducta de los malvados. Porque este justo que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos. (2ª Pedro 2:7)

Vemos claramente el ejemplo de un justo, abrumado cada día a causa de estar rodeado y envuelto en la iniquidad, pero  no se marchaba de la corrompida ciudad. Sus hijas y sus yernos, su propiedad, y  todo otro tipo de consideraciones, le impedían apartarse de aquel laberinto de maldad en donde él mismo se había involucrado.

No es nueva esta confusión para el hombre. Es imagen misma del creyente de hoy, que estando lleno de devotos pensamientos hacia Dios, no da el paso definitivo de separación de tales gentes y sus obras, y atrae neciamente sobre sí los juicios del Señor.

Es tan necio estar lejos de Dios como estar cerca y no hacer aprecio a los tesoros de piedad y dones espirituales que Él libremente ansía otorgarnos.: No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi padre que está en los cielos. (Mateo7:21). 

martes, 24 de enero de 2012

GRANDEZA Y VILEZA HUMANA

                 

Hoy casi todos se van en pos de las supersticiones más burdas imaginables, y los más aparentemente inteligentes y todo el  resto del pueblo, ignorante voluntario, corren como orates tras las adivinaciones y sortilegios que se anuncian hasta en la televisión.

¡El hombre moderno! ¡La bestia del siglo XXI! ¿Es esta la tan adorada  y magnificada razón? ¿Y solamente para coronar este bodrio, rechazan o abandonan a Dios? ¿Para hacer cola ante las ventanillas de la lotería, esperando que sea elegido nuestro número entre millones de ellos? ¿O considerar la fe como una quimera, y en cambio caer en las más groseras supersticiones?

Hoy tenemos mucha técnica, pero participamos de la misma ignorancia y los mismos vicios y abominaciones de los tiempos de Noé. Era esto mismo, lo que prevalecía en tiempo de Noé y en tiempos de los profetas; el orgullo y la misma entronización del hombre.

Ellos, despreciando a Dios como soberano valedor de todas las cosas, se atribuían el poder de gobernar la tierra, y proporcionarse a sí mismos orden y moral. Con esta clase de gentes, aun nos atrevemos los cristianos a participar, aunque sea en contra de lo que Dios ha dispuesto para los suyos.

No estamos contra la convivencia pacífica, ni contra la comprensión hacia todos, en lo que a nosotros espiritualmente no nos concierne. Se trata de que si somos lo que manifestamos ser, y si andamos en las costumbres de las gentes, hayamos de aceptar la enérgica admonición de Dios.

No aprendáis el camino de las naciones, ni aún de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad. (Jeremías, 10: 2-3)

Dios lo quiere todo a su soberana manera, y no como imaginan las gentes con sus sofisticadas, ridículas, y falsamente filantrópicas formas de opinión y comportamiento. Todo lo que no moleste su pretendida superioridad sobre la palabra de Dios, es escuchado con agrado, atención, y con el máximo respeto.

La palabra de Dios, y sus resultados en conducta y apreciación moral de las cosas, es temida y por tanto atacada y despreciada agriamente por todos los escépticos. Pronunciar el nombre del Señor Jesucristo es casi ofensivo para ellos, u objeto de una sonrisa irónica.

La profecía bíblica es casi desconocida y despreciada por todos, que solo van a fuentes espurias a beber de un manantial pisoteado y embarrado con el lodo maloliente de la superstición y el engaño. La adivinación y toda clase de mancias, tienen gran predicamento entre las gentes y son negocio hasta en televisión.



jueves, 19 de enero de 2012

¿Y QUIEN LO SABRÁ, HASTA QUE SE MANIFIESTE?




Hoy hemos tenido las cosas algo agrias por causa de una discusión que empezó al decir Homobono que él creía en Dios, y que Jesús le parecía un hombre lleno del Espíritu de Dios. Enseguida le contesté que las cosas van un poquito más allá, (mejor dicho, un muchito) que sus aseveraciones. Homobono es algo rústico, y no profundiza demasiado en sus rudimentos cristianos.

Prefiere ser fiel a lo que ya está establecido, Y no ejercer de teólogo como tantos, que ya hasta pretenden tenérselas tiesas al mismo Papa, y de otros grupos o denominaciones a la recta y simplona doctrina de siglos, buscando complicaciones a lo que es entendible a poca voluntad y rectitud que se ponga.

Carlos que es muy descreído (creo que por parecer distinto), alegó que Jesús es ni más ni menos que el mejor maestro que había tenido la humanidad entre tantos buenos maestros. Que efectivamente estaba tocado por un espíritu especial, pero de ahí no pasaba. La bronca fue de aúpa. Hasta hubo malas caras entre los amigos, lo que avala la costumbre anglosajona de no discutir de religión o de política.

Y es que de discutir a disputar, hay la misma distancia que  entre querer aprender o querer salirse con la suya. De todos modos terminó bien la cosa, y quedó establecido que lo que nosotros pensáramos o nos cupiera en la cabecita de cada uno, no modifica en nada la realidad de la divinidad de Jesucristo lo aceptemos o no.

Raúl que es muy competente nos explicó que la palabra “dios”, se usaba en la antigüedad para referirse al poder superior en todo aspecto de la vida. Nosotros nos escandalizamos porque llamamos Dios (o sea el más poderoso) al Creador y Sostenedor del Universo y que al ser tan inmenso y que trasciende a nuestras elucubraciones, es mejor simplificar y dar el nombre como una aplicación nuestra.

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15) Así se autodefine Nuestro Dios por boca del profeta. Es aviniéndose a nuestras capacidades, y ni siquiera así nos percatamos del todo lo que significa esta declaración.

Yo quedé impresionado. Anteriormente yo era muy escéptico, porque creía que las cosas espirituales estaban muy lejos de la mente de la mayoría de las personas y compruebo que, de una forma u otra, las gentes creen. Y algunos más profundamente de lo que podemos pensar.

Es cierto que tienen razón los que se quejan de lo superficial de las creencias o la fe de las gentes, pero como dice la Escritura: Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Génesis 1:2).

El Espíritu Santo se mueve entre estas discusiones, y en estos rústicos modos de entender las cosas de Dios, pero a pesar de todo, su misericordia cubre a los hombres que, de otra forma, seríamos todos destruidos. Bendito pecado que nos trajo tal redentor dice una antigua antífona.

AMDG.

SALID DE ELLOS



Salid de en medio de  ellos, y apartaos, dice el Señor.
Y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré,
y seré a vosotros por Padre,
y vosotros me seréis hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso.
(2ª Corintios 6:17-18)    

Sin aturdimiento, podemos disfrutar de certidumbres como estasni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo... A Él santificad; sea Él vuestro temor y Él sea vuestro miedo. (Isaías. 8:12,13). Es por ello que el Señor abomina a los que teniendo el nombre de cristianos, acuden a encantadores, adivinos,  espiritualistas, fetichistas, que practican toda  clase de supersticiones. Es ejercicio común entre el pueblo ignorante, que tendría que ser el pueblo de Dios.

Pero las gentes se ufanan como hemos dicho ya, de estos extravíos y su posición arrogante, sigue siendo la misma de todos los tiempos. La amonestación de Dios sobre el castigo también se expresa en su misma palabra: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería.

Y añade, para que no haya dudas de ninguna clase en nosotros: Mi consejo permanecerá y haré todo lo que quiero... porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí. (Isaías 46).   

Los impíos que se enfrentan a la invulnerable voluntad de Dios, deberían para su bien, tener en cuenta lo que Él reprocha, siempre dando la oportunidad de acogerse a su gracia y su misericordia. ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar... No hay paz para los malos, dijo el Señor. (Isaías capítulos, 47 y 48).

Dios insiste con los extraviados... ¡volveos a mí!  La gente se entrega a lo mismos errores que los coetáneos de Noé. Es la época dorada de los magos, brujos, adivinos, y toda una fauna de charlatanes y farsantes. Toda una parafernalia perversa de engañadores.

Y paradójicamente, a pesar de tanta falsa ciencia y tanto falaz conocimiento y agnosticismo reinante, no carecen ni mucho menos de una generosa clientela entre todas las gentes de todas las culturas y clases sociales. Los mismos que dicen que no creen en nada. Otra paradoja más de la “inteligencia” humana.

Es el momento dorado de esta clase de embaucadores y de los que les consultan, confiando en fuerzas que están señaladas perfectamente como enemigas de Dios, aunque ellos insistan en que sus pretendidos poderes los reciben de Él. Los resultados son

Otros más osados, invocan sobre sí la variedad más alucinante de personajes de las más estrafalarias y distintas extracciones, y hasta echan mano de los antiguos mitos y supersticiones. Todos tienen éxito en el mundo.

Dios advierte solemnemente: Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? (Isaías, 8:19)

Pero el mundo no escucha a Dios. Escucha a los engañadores. He aquí que la palabra de Dios les es cosa vergonzosa, no la aman. (Jeremías 6:10) La palabra de Dios es burla, y también utilizada deshonestamente en todos los foros, adonde estas gentes acuden a hablar o a oír.  



domingo, 8 de enero de 2012

HACER Y NO DISPUTAR

 



El temor a lo que piensen de nosotros las gentes del mundo, hace que nos relacionemos con los incrédulos en su propio terreno -el de la indiferencia y la incredulidad- por miedo a perder honores vanos que no provienen de Dios, o por las burlas que podamos sufrir, y por lo tanto son contrarios a lo que Dios quiere para nosotros.

Si estando recogidos y vigilantes tenemos tanto peligro de caer ¿que será si continuamente andamos enredados en las intrigas y murmuraciones de las gentes, ya sean amigos o adversarios? A veces “quien calla otorga” y si pasamos por las pequeñas cosas, estamos -por así decirlo- conviniendo para las grandes con el enemigo escondido detrás de las personas que actúan de forma diferente a como ha de hacerlo un creyente.

Hemos de ser amigables y asequibles para todas las personas, aunque cuando se ponen en peligro las convicciones cristianas, hay que retirarse con prudencia y cortesía, con firmeza humilde, de las situaciones que a los indiferentes les parecen estupendas y pueden ser causa de caer. 

Es indiferente que sea la propia incredulidad la que nos lleve a esa mala relación, como que esa mala relación, sea la que cada vez nos dificulte más nuestra práctica piadosa, y dependiente solo del Dios vivo. Él es, el que nos guía fructuosamente a lo largo de nuestra vida, como se dice por boca de los profetas:

 Yo soy el Señor Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. ¡Oh si hubieses atendido a  mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. (Isaías capítulo 48). Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3).

¡Que  abundancia de promesas y seguridades nos revela Dios en su palabra, y que mal las interpretamos y recibimos! ¡Que  caudal tan inmenso de ternura hay en nuestro Dios que nos guarda y nos ama tanto! Que nos ha señalado el camino seguro para transitar fuera de la condenación, merecida por todo ser humano, desde el pecado de desobediencia de Adán.

En la mayoría de las ocasiones, estas dulces y ciertas promesas son para muchos, mera literatura, que no tiene en realidad poder ni respaldo de Dios. Pero ni la indiferencia, que es incredulidad encubierta, ni el temor a los hombres, es capaz de impedir que haya muchas almas creyentes que beben literalmente con gran consuelo personal y poder espiritual, palabras como las que el Señor nos dirige por medio de los profetas y todos los hombres de Dios.

El mismo Cristo, en sus amorosas certezas a los suyos, no duda en aclarar -a la perfección- y sin ningún asomo de falsa interpretación, cual es el destino eterno de los creyentes. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino. El desconcertado Tomás, todavía apasionado por el poder de este mundo le replica: Señor, no sabemos dónde vas; ¿como, pues, podemos saber el camino? (Juan 14:5).

¿Es esa también nuestra pregunta hoy? Podría ser, pero ya tenemos la respuesta: ¿Tanto tiempo  hace que estoy con vosotros y no me has conocido?... El que me ha visto a mí ha visto al Padre. (Juan 14:9). Si me amáis guardad mis mandamientos... Pero vosotros le conocéis, (al Espíritu) porque mora en vosotros, y estará con vosotros. (Juan 14).

¿Que podemos añadir? el que lee, entienda. (Mateo 24:15)… ¡tanto tiempo!…) Es una triste realidad que no hay peor sordo que el que no quiere oír, y que los argumentos no valen nada para el que no quiere argumentar, sino discutir o disputar.

sábado, 7 de enero de 2012

CLAMOR Y LLANTO DE JEREMÍAS


 


Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me dejaron a mí, fuente de agua viva,
y cavaron para sí cisternas,
cisternas rotas que no retienen agua.

asna montés acostumbrada al desierto,
 que en su ardor olfatea el viento.
De su lujuria, ¿quién la detendrá?
Todos los que la buscaren no se fatigarán,
porque en el tiempo de su celo la hallarán.

Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed.
Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera,
porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir. (Jeremías 2)

          ¿No nos habla  esto  de muchas de nuestras experiencias actuales? La consigna del pecador perdido es: ¡no reproches el pecado! por que acobardas a las gentes y las asustas con la verdad. Primero pecan, y posteriormente acusan a otro de las consecuencias sobrevenidas por esa causa. La incredulidad y la pertinacia, enemigas de la dependencia de Dios.

Porque, (y aunque algo desviado viene al caso) tan mala es la mirada despreciativa del cristiano de una denominación hacia el creyente de otra, como la fobia y la conducta incivil, contraria a los principios cristianos de estos, solo por llevar la contraria a todo lo del otro. Sabemos que hay diferencias, pero tenemos o debemos tener todos, un solo objetivo; Cristo Jesús. Y la verdad.

“El mundo es todo lo demás; un reino del azar y del error, los cuales lo dominan y gobiernan a su antojo, sin piedad ninguna, ayudados por la locura y la malicia, que no dejan de blandir su látigo”. (Arthur Schopenhauer)

Nosotros no somos Jeremías ni de lejos, aunque no podemos dejar de observar lo que nos dice el apóstol Pablo sobre esto: que andéis como es digno de vuestra vocación, con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia unos a otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y padre de todos el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. (Efesios 41 y ss).

Es así que nosotros ante estas afirmaciones tan simplemente establecidas, no podemos explicarnos el espectáculo que da el cristianismo con sus pugnas y sus odios -no disimulados- entre las distintas confesiones. Nada edificante, y que a mi parecer no agrada a Dios. Baste contemplar la rebelión de los Lefevrianos (¿católicos?), y que forma tienen de dirigirse a los que de momento son sus superiores.

Por otra parte, no vemos que objeto tiene que cada denominación, tenga su propia doctrina y descalifique, cuando no arremete de palabra y a veces de obra, a otras denominaciones que no piensan exactamente como ellas.

Sé que hay desviaciones monumentales, pero la actitud de los que se tienen por buenos y rectos no es la que sería deseable en un cristiano. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. (1 Juan 5:1)

¿Hermanos separados, o enemigos irreconciliables? Mientras el mundo mira con estupor y desencanto esa separación tan venal, y absolutamente impropia de cristianos que según su doctrina, (la de todos) blanden la palabra amor con insistencia.

Y mientras persisten estas enemistades que Cristo clavó para siempre y de forma rotunda en la cruz del Calvario. Eso es un hecho; lo que está pasando entre nosotros es otro hecho desgraciadamente distinto… y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. (Efesios 2:16) ¿No nos dicen nada estas palabras?

No es bueno que se tengan que aplicar a nosotros las palabras de Jesús cuando estaba siendo crucificado: padre perdónalos por que no saben lo que hacen. Por lo que se ve y se oye, algunos creen que Jesús dijo en la cruz otras palabras tales como: -“Padre perdóname, porque no sé lo que hago y lo que digo”-. ¡Pongámonos delante de Dios! Y en conciencia califiquemos esas situaciones con el criterio de Dios, y no con criterios humanos, y sumergidos hasta las cejas en la mente carnal. Y veamos que resulta.