lunes, 31 de octubre de 2011

HASTA EN INTERNET



Mirando Internet, se palpa en el cristianismo una serie sin fin de teólogos que pretenden imponer “carismáticamente” teorías que no se puede decir que entren de lleno en la ortodoxia. Y no me digan que la ortodoxia es esclerótica y atrasada. La verdad no “es hoy sí, y mañana no”. La verdad es eterna, por lo menos lo que Jesucristo anunció. Está comprobada hasta la saciedad.

La dispersión es peor, que las más o menos grandes discrepancias que puedan surgir en las distintas congregaciones. Hay interpretaciones más o menos diferentes, y en casi todos los asuntos secundarios se producen las peores secesiones y funestas porfías. No entiendo de donde se sacan tantas certezas, en asuntos elementales que no abrigan mayor discusión.

Todos notamos que hay más adictos a los partidos políticos por inclinación, que por intereses reales; y en las iglesias cristianas hay multitud de personas que tratan de imponer sus tesis, y se disgustan con el que con más o menos criterio y conocimiento, rechaza esas teorías que se presentan como dogma inmutable, aunque se pongan en solfa otros más que consolidados en toda iglesia cristiana que se precie.

El amor propio y la tozudez, la mayor parte de ella sin suficiente conocimiento y nada cristianos, hace que muchos vayan diciendo cosas que no son aceptables; y es lugar común, que se condena a cualquiera que pretenda ser fiel al legado y a la Revelación, solo por no estar de acuerdo por ejemplo con alguna arbitrariedad que, desdichadamente, se producen en casi todas las congregaciones.

Y así proliferan como hongos, diferentes opiniones sobre como debe ser la iglesia y es cierta la estrofa de Lope en sus “Soledades”:

Señales son del Juicio
Ver que todos los perdemos
Unos por carta de más
Otros por carta de menos.

Se produce una escandalosa escisión por causas banales, de escasa importancia, cuando todos estamos de acuerdo en lo que es importante y principal.  

Dice el líder de la iglesia bautista a escala mundial: “tenemos 100.000 pequeños “papas” que llamamos pastores”. Me permito   adelantar más aun, y no es de ahora, que cada grupito o congregación contiene muchos pequeños y petulantes “papitas”. Es enfadoso tener que oír que alguien diga ¿no sabes que la Biblia dice esto o aquello? Como si el interlocutor no conociera la Biblia bastante mejor que él.

La obediencia no se practica, ni el liderazgo es sacrificado y carismático con todo lo que esta palabra contiene de positivo y bueno. Y sin pensar en liderazgos (que no son despreciables, y si muy necesarios los legítimos) dice San Pablo: Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Así que sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. (Romanos 14:17). Es decir, en el respeto, no haciendo tropezar a otros por unos motivos tan triviales, y que pueden destruir en algunos la obra de Dios.

Nuestra postura es fácilmente asimilable por cualquier persona de buena voluntad, y algún conocimiento de la Escritura, mediante el cual, por cierto, deberíamos ser ya maestros, después de tanto tiempo. (Hebreos 5:12). Los cristianos espirituales y no solamente ritualistas, ya deberíamos ser personas de acendrada doctrina y probada conducta. La perfección solo la da Cristo: y nosotros estamos completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses (10:11).

sábado, 29 de octubre de 2011

LO QUE SALE DEL HOMBRE LE CONTAMINA


            Hay que dar la verdad sin modulaciones al uso; y esforcémonos en entrar por la puerta estrecha y el camino angosto, en la confianza de que nuestro amor al Señor y la guía del Espíritu, nos bastan para todo lo que emprendamos en su nombre y bajo sus continuas bendiciones. Vivamos seguros sin tanto cavilar, y hagamos de nuestro vivir algo jubiloso y esperanzado.

Dicen algunos que lo único que fue anulado era la ley ceremonial y es de darle en parte la razón, pero no es aceptable para el creyente formado en el conocimiento y práctica de la Escritura, tomar parte de algo de  la verdad de forma arbitraria, y dejar apartado algo que está tan vigente como lo demás, aunque en su mente el hombre lo haya desechado.

Es, “sostenella y no enmendalla”. La mente y el corazón cerrados no son los mejores discípulos. Si, por ejemplo, se nos dice que Jesús hacía limpios todos los alimentos hay que aceptarlo así, y además muchos más pasajes que apoyan reciamente este aserto de Jesús. (Marcos 7:19). Aceptar llanamente y sin complicaciones, aquello que se dice  claramente. ¿Que hay quien tiene escrúpulos? Téngalos para sí y siga en su pensamiento si así cree que honra mejor al Señor.

Sostener distintas tesis de buena fe es legítimo, aunque si carece de apoyo bíblico hacemos caso omiso a todo lo que contradice dicho pasaje y concomitantes con todo respeto a la opinión contraria, tengo que decir que no. Lo que no haremos jamás es ofender a sus sostenedores, porque piensen con legítimo derecho que eso es lo que Dios quiere que sea. Respeto e independencia es lo indicado.

Háganlo ellos también, aunque sigan en su creencia. Ahora bien, si ellos consideran (por poner un ejemplo) que no deben comer algo que Dios en su antigua ley había prohibido en beneficio de la salud del hombre, y por otros motivos que no son del caso señalar aquí, no hay por que hostigar su celo y su conmovedora adhesión que solo Dios discernirá.

Ellos tampoco deben juzgar a los que convencidos de que Dios hizo todas las cosas para que disfrutáramos de ellas, comemos y bebemos con toda libertad lo que creemos que agrada a Dios: Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y la oración es santificado. (1ª Timoteo 4:4,5).

Si se quiere por motivos personales de higiene o convicción de guardar la Ley, seguir las restricciones antiguas, hágase con paz y con amor hacia los demás. Este pasaje puede aplicarse a muchos más asuntos que se pueden “comer” aunque no sean alimentos físicos. Ese prurito de tomar solo lo que combina y concierta con nuestro prejuicio, nos puede  convertir en “pequeños papas” que mortifican a todo aquel que no comulga con sus peregrinas ideas.

martes, 25 de octubre de 2011

EL TIEMPO SE APRESURA



No es pues tiempo de vivir descuidados y relajados en cuanto al conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo, sino que velando en oración y súplica unos por los otros, demos gloria al Señor y ejemplo a la humanidad. Este es el verdadero ministerio universal de los creyentes, y para el cual estamos todos capacitados por torpes que nos consideremos. Y resulta que es prácticamente el mejor de los ministerios, en el cual no hay equivocación ni error. Pedid y se os dará… porque todo aquel que pide, recibe... (Mateo 7:7,8).

El gran escritor cristiano Schaeffer, nada sospechoso de ser judaizante, y por el contrario probado defensor de la Gracia, cuenta en su obra “La verdadera Espiritualidad que algunos de los estudiantes que iban a escucharle a su casa suiza de L`Abril querían deshacerse de la Ley para entronizar la Gracia, y él cuenta que lo que realmente deseaban no era liberarse de la letra, sino hacer lo que quisieran sin barreras morales. Y ni Ley sin Gracia, ni Gracia sin Ley.

Dentro de la libertad que todos debemos ejercer, de elegir entre las cosas de Dios y las de la carne lo podrán hacer. Lo que no los autoriza a revocar la ley de Dios, sino como Nuestro Señor Jesucristo hizo, cumplirla como el Padre quería que se hiciera. Sin limitación moral, el hombre vaga, y habitualmente se extravía. ¿Luego por la fe invalidamos la Ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. (Romanos 3:31).

El mismo Señor Jesús no anuló nada de la ley, sino que la hizo más exigente y profunda, lo que no le impidió rechazar toda clase de autoritarismo espurio, basado en las tradiciones o extremismos de los hombres, así como de las adiciones que querían aplicar a toda costa entre los pobres y desvalidos.

Por ello Jesús, que no se preocupaba de lo que pudieran pensar las gentes aviesas sobre su doctrina, dijo así a los oponentes religiosos: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. (Mateo 23:23).

Todo se contenía en la Ley. Pero realizada y cumplida por el único que sí podía hacerlo, y este no era otro que el mismo Cristo. A partir de Cristo, sacerdote según el orden de Melquisedec, la Ley, recuperada en su pureza y espíritu es distinta al cambiar de sacerdocio: Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de  Ley. (Hebreos 7:12). Ahora no estamos bajo el régimen de la ley porque estamos ya bajo el yugo compartido de Jesucristo, nuestro Pontífice eterno.

Se trata de superar la letra de la ley para hacer lo que agrada a Dios, lo que  Jesús  nos enseñó de muchas maneras y con innumerables ejemplos. El apóstol Juan lo expresa taxativamente: El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo. (1ª Juan 2,6). Esto, es imposible para nosotros, ya que somos seres limitados y débiles pero; ¿debemos por eso anular el precepto y dejarlo de lado por esa consideración?

Naturalmente que no podemos, ya que para nuestros continuos apuros podemos contar con la Gracia y la misericordia de Dios. ¿Cuantas veces habrá que insistir sobre este estupendo misterio de la obra del Espíritu de Cristo en nosotros? La sencilla comprensión de la exigencia del mandamiento y la solución de nuestra debilidad provista por Dios, sería (bien explicada) de gran consuelo y seguridad para millones de creyentes que se debaten entre la Gracia y la Ley.

lunes, 24 de octubre de 2011

LA DICOTOMÍA HUMANA



Y le era necesario pasar por Samaria. (Juan 4:4).

Por Samaria pues, pasó Jesús, pero no se consideró nunca samaritano, a pesar de alabar los buenos hechos de algunos de estos. Es necesario esforzarse en ver claro en medio de tanta agitación.

Él no desautorizó la ley, sino que les enseñó a todos como se la había de cumplir debidamente, y ese fue uno de los muchos ministerios que cumplió. Hay muchos que quisieran que cuando la gente consideró duras sus palabras y se fueron, hubiese dicho: ¡Ea, ea! no hay que llevar las cosas tan lejos”.

“Por favor Pedro, ve en busca de los que se han ido por causa de mis palabras, tan imprudentes y duras para ellos, y diles que no hay que tomarse las cosas tan a pecho. Diles que vuelvan que al fin y al cabo la cosa no es tan grave”. Pero eso no fue lo que dijo el manso Cordero de Dios. Se afirmó en la verdad y ofreciéndoles la libertad de opción a sus discípulos restantes les dijo ¿Queréis acaso marcharse también vosotros? (Juan 6:67).

Es cierto que hay apóstoles fraudulentos, que se disfrazan de ángel de luz para hacernos tragar las “fábulas judaicas”, y hacernos creer que nuestra salvación depende de que cumplamos la Ley, lo cual no es posible a causa de nuestra humana debilidad.

Dice el mismo apóstol Pablo: Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne no mora el bien: porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero sino que el mal que no quiero eso hago. Y si hago lo que no quiero ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí. (Romanos 7:18 y ss.)

No es menos cierto, que también los hay que pretenden minimizar la exigencia de Dios, con el mismo pretexto de nuestra inutilidad. Tratamos de cumplir, y no podemos. ¡Pues para ello está la gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo! Para vestirnos de justicia y de verdad. Pero eso no quita que por amor hagamos el máximo esfuerzo. Es bueno para nuestra paz y nuestra salud.

Porque la Gracia de Dios se ha manifestado para salvación de todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo, templada, justa y piadosamente... (Tito 2: 11-12). Y: Baste ya el tiempo pasado para hacer lo que agrada a los gentiles. A estos les parece cosa extraña que vosotros no corráis en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan. (1ª Pedro 4:3-4).

La gracia hace que nos despeguemos de los deseos mundanos, que conspiran contra nuestra paz y nuestra estabilidad. Salvación es salud integral. El enfermo no es libre, pues está atado a su enfermedad. El sano puede moverse y andar por donde quiera. Y sabe por donde, porque tiene mente sana y referencia desde donde guiarse. Cristo Jesús.

domingo, 23 de octubre de 2011

COMER O NO COMER: HE AQUÍ LA CUESTIÓN

          

Cuando vemos en la actualidad la entrega de la humanidad al hedonismo, y a la más perversa forma de comportamiento en todos los habitantes del llamado Occidente Cristiano; cuando vemos, o hemos visto, a protestantes y católicos en Irlanda matándose con tan gran vesania.

Cuando vemos en una España, que se suponía cristiana, que se hacen legales el matrimonio y la adopción de niños por homosexuales. Cuando comprobamos cada día como se comporta la gete en el mundo llamado cristiano, no podemos nada más que decir  ¡esto va de mal en peor! 

Cuando se constata que en Alemania casi dos millones de personas se han dado de baja, oficialmente, de la Iglesia luterana alemana solo en un año; cuando se miran los cientos de cadáveres producidos por el terrorismo, con la indiferencia, cuando no con la complacencia, de algunos llamados cristianos y hasta de clérigos, tenemos que decir: ¡amigos, hermanos de cualquier denominación o confesión! “esto marcha fatal”.” Decía el gran pensador, Ortega y Gasset antes de la guerra española “No es esto, no es esto”. ¡Y es que no es!

Empezamos por dejar que se pasaran pequeñas cosas, y al fin hemos dejado que pasen todas las más tremendas aberraciones sociales y el más bajo nivel moral. La pobreza de muchas criaturas nos da en la cara con su estado, que solo los ismos optimistas pregonan que se puede corregir, aunque sin contar con que cambie el corazón de los hombres. Las experiencias históricas hablan o, mejor dicho, gritan la verdad… y esta es, ¡que no!

La gente quiere creer en algo que les libere de sus esclavitudes y necesidad, pero una historia mal contada de lo bien que lo van a pasar los pobres en el ultratumba, no convence a nadie y no es de recibo. Ellos saben que podrían comer medianamente bien, (para ellos un banquete) con solo los restos de la comida que tiran los occidentales. Y por lo menos eso quieren: primun vivere deinde filosofare” primero comer, y después filosofar.

Los cristianos tenemos razón de tal peso, como nadie puede tener porque estamos de parte de Dios y con Dios, pero nuestras obras no terminan de acreditar nuestra militancia. Pueden calificarme de negativo y hasta de desmesurado, pero la realidad es que el mensaje de Jesús está por los suelos, y no despreciado sola y precisamente por los incrédulos o enemigos, sino por nosotros mismos. Si no miramos arriba y no al ombligo, estamos haciendo un flaco favor al Evangelio.

Si somos sinceros como es nuestra vocación y nuestro estandarte, tenemos forzosamente que admitir estas invectivas anteriores, como una admonición severa que nos despierte del sueño en el que vivimos los cristianos. Si no es así ya nos podemos dar por rechazados y reprendidos, porque hemos dejado de ser luz. Y dijo Jesús: … Si la luz que hay en ti es tinieblas ¿Qué serán las mismas tinieblas? (Mateo 6:23).

Si nos engañamos a nosotros mismos  (1ª Juan 1:8) y nos tenemos por buenos y por útiles con nuestras obras y fuerzas ¿porqué el mundo anda así? ¿Qué nos falta? Somos millones de personas que decimos seguir a Jesús pero a pesar de muchos logros (hay que reconocerlo) aun nos queda mucho más que hacer,… y no lo hacemos. No lo hacemos.

¿Por qué hay hambre, abandono, muerte, enfermedades, que se pueden mitigar con una simple aspirina, y esta no llega a millones de criaturas, hermanos nuestros, y tan hijos de Dios como nosotros. ¿Por qué no llega un avivamiento y una revolución cristiana que desborde nuestras comodidades, y seamos luz del mundo que es nuestra sagrada misión?

Miremos en nuestro interior y sin subterfugios ni descuido, daremos con la causa. O como mi madre decía “daremos con la tecla”. Y es que es muy extraño ¿por qué la gente pobre, se empeña en comer? ¡Que falta de consideración ¿no?

Dale limosna mujer
Que no hay n la vida nada
Como la pena de ser
Ciego en Granada.

Letrilla Popular

sábado, 22 de octubre de 2011

SE ACERCA LA HORA DEL JUICIO

 


El juicio de Dios se manifiesta siempre sin falta, una vez que se confirma continuamente el despego de los hombres hacia Él. Si su dirección amorosa se desprecia y sustituye por los cálculos humanos, Dios les abandona, y ellos quedan a merced de sus propias fuerzas. Los resultados son siempre calamitosos.

Tal es la ira de Dios, y la angustia y desencanto del creyente, que en otra  ocasión diría un angustiado profeta: ¡Oh!, quien me diese en el desierto un albergue para caminantes, para que dejase a mi pueblo y de ellos me apartase. Porque todos ellos son adúlteros, reunión de prevaricadores. (Jeremías 9:2). Así es la situación de la humanidad sobre esta tierra que está contaminada a causa de sus moradores. (Jeremías 3,9)

De tal manera, que la búsqueda de la felicidad auténtica que tanto anhelaron los antiguos, ha sido sustituida por la búsqueda del placer sucedáneo, como placebo efectivo que disimule la gran angustia, dentro de la arrogancia y el orgullo. Este viene a decir a todos con actitudes y palabras de mentira. “¡Miradme! ¡No creáis que estoy triste ni doliente; soy feliz, tengo poder, o riqueza… o algo que me da la felicidad!”

Es realmente mentira, y decepción interna. Solo dolor, que únicamente puede ser amortiguado o calmado unos instantes, con la noticia de que a alguien a quien aparentemente le iba bien, ha sufrido una calamidad, siendo este el más estúpido consuelo. Sí, hay mucho dolor en la humanidad. Dolor que se incrementa, a medida que los hombres se retuercen en sus pasiones y deseos fementidos.

Hay angustia, temor, enfermedad, y ansiedad, de lo que los llamados a la vida de Dios hemos sido redimidos por obra del Espíritu, y  por lo tanto no nos afecta. El mismo Dios nos ha apartado para sí. Ahora se abate sobre España una ola de incredulidad y las gentes traídas a la ignorancia y al vicio irán sin duda al abismo de la tribulación.

Para los incrédulos la profecía es abrumadoramente pesimista: Desde la planta del pié hasta la coronilla, no hay en él (pueblo de Israel) cosa sana sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas ni vendadas, ni suavizadas con bálsamo. (Isaías 1:6). Hay muchos creyentes sinceros, que procuran con ahínco mantenerse libres de pecado, pero dejan abierta la vía a la amalgama con el mundo, sus obras y filosofías. No tendrán paz ni victoria, jamás.

Jesús proclamó muy claramente que Él no era del mundo, y que el mundo no tenía nada en Él. Los discípulos que tratamos trabajosa, pero gozosamente, de seguir sus pasos lo más cerca posible dadas nuestras flacas aptitudes y nulas fuerzas, hemos de tener muy presente este distanciamiento radical de Jesús de las pompas y mentiras del mundo.

Nosotros solo hemos de esforzarnos, con el poderoso empuje del Espíritu Santo, de ir tras las mismas pisadas que el maestro por amor a su nombre, y gratitud por su sacrificio en aras de nuestra salvación eterna. Solo el amor que le demostremos y que sintamos en nuestro interior más profundo dará la clave de lo que podremos recibir. Que puedan decir de nosotros, como se dijo de Jesús: pasó haciendo el bien.