TENTACIÓN DE JESÚS Ninrod poderoso cazador
El mundo aborrece a Cristo. Las predicaciones son un elemento esencial cuando van acompañadas de un testimonio de vidas entregadas a Dios. Eso llega a las gentes, y trae a Cristo a los que se han sentido llamados a otra realidad distinta y más justa que la que está viviendo en su decepción.
Sansón, mientras permaneció con su fuerza dispuesta para su pueblo, fue libre a pesar de su notorio descuido de separarse de entre los filisteos, permaneciendo con ellos. Mientras ocultó su secreto a Dalila conservó su poder. Tan pronto confesó el manantial de su fuerza, fue rápidamente despojado de ella. Dios le había abandonado, y su desesperada acción final le costó la vida.
No somos del mundo, y por tanto no es necesario que andemos envueltos con él. Es por tanto contrario a la conveniente obediencia al mandamiento amoroso del Señor. ¡Cuantas veces vejamos el amor de Dios en la estúpida y perjudicial creencia de que sus mandamientos son fastidiosos, porque nos impiden revolcarnos en el mundo con su carga de inmundicia! Para estar en el “mundo” es preciso saber el precio que hemos de pagar, que peligros podemos correr, y los resultados que podemos espiritualmente obtener.
Como el hijo pródigo, hemos tenido que pasar por la humillación de guardar cerdos y comer algarrobas, antes de volver al amor del Padre. Y ello si no nos sucede como interpela el apóstol: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. (2ª Pedro 2:22). Jesús siempre estuvo rodeado de multitudes, y nunca se dejó llevar por opiniones ni acusaciones. Hizo lo que debía que era hacer la voluntad de su Padre. Eso es todo.
A esa forma de andar se nos llama a todos. Pensamos que todavía no podemos formular la reflexión de que Jesús habló cuando dijo… cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: siervos inútiles somos, pues lo que teníamos que hacer, eso hicimos. (Lucas 17:10). ¿Lo hemos hecho? Cada cual que se haga su reflexión.
El mundo, ignora voluntariamente y con pertinacia las palabras de Cristo tan trascendentes y claras. No dejan lugar a dudas. Nadie va al Padre sino por mí. ¿Está claro? Y más aun, y esto es extremadamente grave: El que no es conmigo contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. (Mateo 12:30). Por ello es tan importante la separación de los hechos y pensamientos del mundo, cuyas gentes tienen tantas formas de filosofía como individuos lo componen.
El mundo es enemigo de Cristo, y quien está con el mundo está contra Cristo. O te apartas del mundo, o eres declarado enemigo de Cristo. Sin más razonamientos; estás contra Él. Y estás desparramando, los dones que te han sido confiados.
Volviendo al principio de lo expuesto. Como ahora, seguramente, habría en aquellos primitivos tiempos que menciona la Escritura , hombres de grandes conocimientos, de grandes cualidades y de mucha más relevancia social que Noé.
Ahora vemos también que los más denodados creyentes que persisten en su pureza frente a la continua tentación de la mezcla con el mundo, no cuentan en las grandes escenas, y son tenidos en nada por esta sociedad corrompida que tanto se jacta de sus realizaciones.
De cualquier manera el hecho cierto es, que en aquella ocasión solo Noé se salvó, como ahora el que es de Cristo, también por la misma determinación de Dios. Ni la inteligencia, ni la pujanza, ni las grandes obras de los antiguos coetáneos de Noé pudieron salvarles. Solo Noé fue salvo, y también por el poder de Dios, solo los creyentes existentes “en el gran día del Señor” se salvarán y no los grandes de este siglo.